
Ha debido de sufrir malos tratos por aquel que se hacía llamar su dueño. Cuando Mark llegó a la perrera tenía panico, no salía del rincón para nada, pero poco a poco se ha ido acercando a la gente. Cuando ve que no le vas a pegar, es todo felicidad y solo quiere que le acaricies.
Si es feliz con unas cuantas caricias a través de la reja, imaginate lo que daría por una familia de verdad.
ADOPTALO, LO MERECE
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